El cemento tradicional se recomienda para trabajos de albañilería general, construcción de muros, preparación de morteros, cimientos y estructuras de hormigón... donde se busca resistencia y volumen, mientras que el cemento cola está específicamente formulado para la colocación de revestimientos, como azulejos, baldosas o gresite, tanto en paredes como en suelos, interiores o exteriores, gracias a su superior adherencia y flexibilidad.